viernes, 4 de diciembre de 2009

Cristianismo y poder político

Me limito a transcribir la "reseña" del Libro CRISTIANISMO Y LAICIDAD. HISTORIA Y ACTUALIDAD DE UNA RELACIÓN COMPLEJA de José Francisco Serrano Oceja :


Hace unos días, no muchos, leí un titular en la prensa regional que me produjo una no pequeña conmoción: La Iglesia tiene más libertad de la que merece. Inmediatamente, pensé en el canibalismo democrático y constitucional, y en lo que el día anterior había leído en este interesante libro del profesor Martin Rhonheimer, uno de los intelectuales europeos que más está haciendo para clarificar las corrientes de pensamiento de nuestro tiempo: «De ahí que también hoy pida la libertas Ecclesiae, amenazada no ya como en la Edad Media por emperadores y reyes que quieran integrarla en su sistema político, sino por un integrismo laicista que desea alejarla de la vida pública y, en el fondo, someterla a su control o tornarla socialmente irrelevante».
Autor:.........Martin Rhonheimer
Editorial:.....Rialp

El libro del profesor Rhonheimer merece, y mucho, una atenta lectura en diálogo con nuestro presente
La tesis del libro es sumamente clara: el cristianismo introdujo en la historia occidental, de manera absolutamente nueva, una clara separación entre política y religión. Afirma el cristianismo la supremacía de lo espiritual respecto a lo temporal y la consiguiente relativización del poder político, es decir, la subordinación de éste a criterios de verdad moral. El cristianismo es la condición de posibilidad del desarrollo de una cultura política laica, y su garante. Los valores y las instituciones provenientes del cristianismo son el alma y la condición de vitalidad de la cultura occidental, una cultura que se ha universalizado y ha generado una no desdeñable articulación a través de los derechos humanos y la forma liberal y constitucional de la democracia.

El libro hace un recorrido por la historia de las relaciones entre cristianismo y poder político, entre Iglesia y Estado. Y en una segunda parte, destinada al presente, describe los perfiles tanto de la sana laicidad, fruto del cristianismo, como del laicismo integrista, que es «una forma de exclusión de la religión, así como de todo lo que, en materia ética, pueda derivar de una verdad y de una enseñanza enraizada en las verdades religiosas» (p. 120).

Ese laicismo integrista tiene algunas de estas características: pretende anular la distinción entre poder y moralidad, por tanto, trata de excluir el hecho de que existan criterios de valor objetivos, independientes del ejercicio práctico del poder político; combate la religión en pos de un exclusivismo político; sólo acepta como criterio de moral y de justicia aquellas instancias que están sometidas al control del proceso político; convierte su positivismo jurídico-político en una especie de nuevo poder espiritual; ve en el fenómeno religioso un enemigo de la autonomía laica de la conciencia de los ciudadanos; y se transforma en una especie de paternalismo que intenta sustraer al ciudadano de toda influencia religiosa, de toda Iglesia. Este integrismo laico puede comportarse pacíficamente con la religión, pensando en que va a morir; o volverse agresivo, antirreligioso activo. ¿Acaso no les suena a nuestros lectores esta fotografía a lo que vivimos en la España del Presidente Zapatero y sus aliados radicales de izquierda y separatistas? El libro del profesor Rhonheimer merece, y mucho, una atenta lectura en diálogo con nuestro presente.

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