miércoles, 23 de noviembre de 2016

El mito de Cortés

De héroe universal a icono de la leyenda negra


ACEPRENSA

Autor: Iván Vélez
Encuentro.
Madrid (2016).
336 págs.
25 €.
La figura de Hernán Cortés ha suscitado siempre encontradas opiniones. Desde que se conoció la conquista del Imperio azteca por él y sus hombres, su fama no dejó de crecer y provocar admiración. Escritores tan insignes como Lope de Vega, Quevedo, Góngora o Tirso de Molina ensalzaron su valor y crearon a su alrededor una aureola de mito, hasta compararlo con Alejandro Magno, o con el mismo Moisés, por llevar la palabra de Dios a los indígenas. La fama del extremeño traspasó las fronteras y dio lugar a diversas obras, algunas tan influyentes como la elogiosa biografía del norteamericano William Prescott, o más recientemente la de Hugh Thomas.
Sin embargo, Cortés también ha tenido importantes detractores, especialmente influidos por la llamada “leyenda negra”. Desde el siglo XVIII, algunos autores de la Ilustración se mostraron muy críticos con Cortés y con la labor de España en América. Destacan en este sentido los franceses Raynal, y especialmente Montesquieu, que ataca duramente al conquistador español.
El mito de Cortés ofrece abundantes testimonios de todas las opiniones, expresadas en distintos géneros literarios: relatos históricos, obras de teatro, óperas, poemas. Destaca especialmente la obra de Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, en la que se inspiraron muchos de los relatos posteriores.
El libro de Vélez, que no pretende ser una biografía de Cortés, analiza la evolución que ha tenido su fama, y la opinión sobre su figura a través de los siglos. El prestigio del conquistador ha corrido parejo con el del Imperio español, de manera que el punto álgido de su encumbramiento corresponde al momento en que los dominios españoles alcanzan su máximo esplendor, mientras que a mediados del siglo XVIII surgen voces que cuestionan la actuación de España y sus hombres en América.
Con la independencia de las nuevas naciones americanas y el inicio del movimiento indigenista, se radicalizan en México las opiniones sobre Cortés y los españoles, como se aprecia, por ejemplo, en los famosos murales de Diego Rivera, en los que se representa a un Cortés perverso y físicamente contrahecho, que provoca rechazo en quien lo contempla.
El autor dedica la última parte del libro al análisis de los mitos que acompañan siempre a la figura de Cortés. El más conocido es el de la quema de las naves, con el que se supone que impidió la deserción de sus hombres. Aunque se ha demostrado históricamente que las naves no fueron quemadas sino hundidas, en la imaginación popular quedó fijada la imagen del incendio, divulgada por algunos escritores del momento, y así ha permanecido hasta el día de hoy.
Otro mito muy difundido para explicar la rápida conquista de Tenochtitlán es la identificación de Cortés con el dios Quetzalcóatl, que había prometido su regreso. Asimismo se analiza con cierta amplitud la cuestión de los restos de Cortés y su “ajetreado proceso”. Se ofrecen, por último, distintas versiones sobre su aspecto físico, influidas por los cánones estéticos de la época en que se realizaron.