martes, 20 de febrero de 2007

3. “Lima es el Perú”. Eufemismo de los Pueblos Jóvenes(Chorrillos, Rimac, Comas).

Es la frase que suena en el momento en el que sale a relucir la “tremenda” diferencia entre la provincia y la capital. El centralismo existente en el país hace que la frase “Lima es el Perú” sea efectivamente real.
Gestiones, centros comerciales, parques, avenidas, edificios ..., todo es en Lima. No hay nada igualable en ninguna de las provincias.
Aparece en la casa de “esteras” la señora que Íbamos a visitar. El lugar es el Pueblo Joven “Jáuregui”; procedían las familias de la sierra y de los lugares más pobres de Piura. Estaba en cama, pero al ver que entrábamos en la habitación-cocina-sala de estar-baño, se levantó presurosa con gestos de reverencia ante una visita que, según ella, entendía, era importante. Fue una visita a pobres que tenemos costumbre en la Obra desde que el Beato Josemaría inculcó a los primeros por las barriadas de Madrid. Le explicamos que simplemente queríamos visitarla y saber de su vida: cómo se encontraba, si necesitaba algo, etc. Nos comentó que lo único que le costaba era tener que apañarse sola, pues la enfermedad la tenía postrada la mayor parte del día. Nos dijo que había recibido ayuda de la parroquia y que estaba contenta. A los universitarios con que íbamos se les hacía un nudo en la garganta, -y a mí también-; luego tuve oportunidad de oir comentar a uno de ellos que ya no se quejaría cuando estuviera con sensación de hambre, porque sólo comía una vez al día, a base de un paquete de cinco galletas y una cocacola.
Uno de los primeros Pueblos Jóvenes que visité fue el Rimac. Tiene sabor a canción, pues al entrar en él hay que pasar por el “puente de la Alameda”: famosa estrofa de la canción de Chabuca Granda. Después se pasa por la fábrica de cerveza Cristal y se llega a las casas ya entradas en fase de remodelación. A la que íbamos para dar unas charlas de formación y catequesis los sábados fue a la de Lucho -actualmente director del colegio Los Alamos-. Allí vivían los cuatro hermanos y los padres. Los seis tenían dos habitaciones y una cocina comedor. Era de la clásica clase media: dos hijos profesionales (así se les llama a los que han tenido una carrera), ingeniero y médico. Con los dos he coincidido bastante por estar en el mismo Centro cultural “Sama”.
En Chorrillos teníamos un grupo de niños a los que dábamos catequesis. Después de buscarlos , juntarlos y darles el catecismo, jugábamos con ellos en el polvoriento patio del colegio.
Lo hacía con el Club Sama, que se dedica a atender a escolares y universitarios, orientándoles en su formación integral: humana, profesional, religiosa, etc. Ibamos Pancho Gandolfo y yo, acompañados algunas veces de Javier Cabrera con universitarios.

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