lunes, 18 de junio de 2012

John Wayne relataba la admiración que sentía por las certezas que les proporcionaba su fe católica.




El Duque, un «católico cardíaco»
El sacerdote que bautizó a John Wayne también era converso
El bautismo «in articulo mortis» del actor más carismático de la historia del cine fue el punto final de una vida rondando la Iglesia.
Actualizado 17 junio 2012 






Carmelo López-Arias / ReL  
Los más devotos de John Wayne, huérfanos para siempre, han celebrado esta semana -el lunes, para ser exactos- el aniversario de su muerte. Treinta y tres años ya sin The Duke [El Duque], que falleció el 11 de junio de 1979 a los 72 años tras protagonizar una de las carreras más brillantes en la historia de Hollywood.

Presbiteriano de nacimiento, quiso entrar en la Iglesia católica en el lecho de muerte, y a su llamada acudió el capellán del Centro Médico de UCLA (Universidad de California - Los Ángeles), el paulino Robert Philip Curtis.

Católico cardiaco
John Wayne se casó tres veces y se divorció dos, y a pesar de que su vida no se amoldó en ese sentido a la doctrina católica, siempre se sintió cercano a la Iglesia. Sus tres esposas fueron de origen hispano, las tres católicas, y bautizó católicos a los siete hijos que tuvo con todas ellas, quienes hicieron lo propio con sus 21 nietos. Uno de ellos, Matthew Muñoz, es incluso sacerdote en California.

Del mismo modo, los amigos que hizo el actor en Panamá, México y Perú, lugares de nacimiento de sus tres mujeres, relataban la admiración que sentía por las certezas que les proporcionaba su fe católica. Wayne, de hecho, se denominaba a sí mismo muchas veces "católico cardíaco", forma humorística que designa a personas que retrasan su conversión hasta el último momento.

Visitado por un obispo...
Fue su caso. La noticia saltó a los tres días de morir: El Duque había sido recibido en la Iglesia. Su hijo mayor, Michael, explicó entonces a la prensa (puede verse en los despachos de Associated Press y de United Press del 14 de junio de 1979) que un mes antes de su muerte el arzobispo de Panamá, Marcos McGrath, le visitó en su domicilio: "Hablaron largo y tendido. Y el pasado sábado, cuando papá sufría mucho y las cosas se pusieron feas, mi hermano Patrick le preguntó si quería ver a un sacerdote. Papá dijo: ´Sí, creo que es una buena idea´. Y llamamos al padre Robert Curtis. Yo no estaba en la habitación cuando el padre Curtis le administró los últimos sacramentos. Fue el sábado o el domingo. Ignoro cómo caracteriza técnicamente la Iglesia una conversión, pero papá murió en la Iglesia. Murió como católico. Y sé que siempre se llamó a sí mismo católico cardiaco".

Poco después, el mismo padre Curtis confirmó esta información: "John Wayne fue recibido en la Iglesia católica el día antes de morir", dijo, aunque a las preguntas que le hicieron los periodistas no ofreció más explicaciones por tratarse de "un asunto personal entre el sacerdote y el penitente".

...y bautizado por un converso
El caso es que también el padre Curtis era converso. Era un líder nato al estilo americano: nacido en la costa Este, en Maryland, era un buen estudiante, presidente de su fraternidad, entrenador del equipo de baloncesto... Luego sirvió en las Fuerzas Aéreas y cuando se licenció estudió en la Escuela de Arte Dramático de Nueva York para convertirse en actor. Luego se trasladó a Los Ángeles para hacer carrera en Hollywood, pero como tantos otros jóvenes con esa misma aspiración, fracasó.

Un día asistió a un retiro espiritual en Montserrat (California), y su vida dio un vuelco. Primero se convirtió al catolicismo, y luego quiso entregarse por completo a Dios. Ingresó en los paulinos, a quienes admiraba por su intensa labor en los medios de comunicación... incluida una productora cinematográfica. Cuando se ordenó sacerdote, mató el gusanillo de haber sido actor convirtiéndose en consejero espiritual y amigo de muchos de quienes habrían sido sus rivales, entre ellos Cary Grant y por supuesto John Wayne.

Murió el 17 de noviembre de 2004, tras pasar a la historia, con esas breves declaraciones de 1979, por haber llevado hasta las puertas del cielo al actor más admirado de todos los tiempos.

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