Strategy. A History
Lawrence Freedman es un experto historiador y analista de defensa británico, profesor en el King’s College de Londres hasta su jubilación en 2013. Entonces publicó esta obra enciclopédica que llega ahora en versión española. Es un excelente libro de consulta para docentes y estudiantes universitarios de la ciencia política, expertos militares y directivos y profesores de escuelas de negocios.
La principal conclusión de la primera parte es que el autor no cree en los supuestos maestros invencibles de la estrategia de los siglos XIX y XX (Jomini, Clausewitz, Mahan, Mackinder, Liddell Hart, Kahn, Galula…). No hay normas mágicas, pues nuestra época se caracteriza por situaciones imprevisibles y volátiles. Las estrategias rígidas no sirven.
La segunda parte de la obra, con el título de “Estrategia desde abajo”, tiene los rasgos de un manual de historia de las ideas políticas y sociológicas, aunque sin abandonar el objetivo de describir las estrategias correspondientes. Weber, Tolstói, Gramsci, Dewey, Kuhn o Foucault son algunos de los pensadores analizados en esas páginas, con las que el autor da pruebas de su gran versatilidad.
Destaquemos además una tercera parte, la “Estrategia desde arriba”, que viene a ser una crónica de la evolución de la gestión y dirección de empresas desde la II Guerra Mundial hasta la actualidad, aunque también se presta atención a los antecedentes del taylorismo y del fordismo. El autor critica el endiosamiento del directivo de éxito que olvida la importancia de las oportunidades y circunstancias que explicarían sus triunfos.
La conclusión más destacada de este libro es que, según reconoce Freedman, el mundo de la estrategia está lleno de decepciones y frustraciones, de métodos que no funcionan y de objetivos que no se alcanzan. Es utópico pensar que tenemos el control total de los acontecimientos, si seguimos determinadas reglas de estrategia. La estrategia ha de plantearse, hoy en día, con objetivos a corto plazo, pues las soluciones definitivas y permanentes brillan por su ausencia. Se diría que el autor hace suyo ese conocido dicho de que “lo único seguro es que no hay nada seguro”.
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