Narra la historia de una hermosa mansión campestre inglesa desde su construcción en 1775, por encargo de un miembro de la Compañía de las Indias Orientales, hasta su venta en 2010 a una famosa cantante mulata de veintiséis años, criada en un barrio marginal de Londres. Elizabeth Wilhide, norteamericana residente en Inglaterra desde 1967, y autora de varios tratados de arquitectura, decoración e interiorismo se estrena con esta su primera novela, en el mundo de la narrativa.
La acción se centra no tanto en los sucesivos propietarios el edificio, un bello ejemplar de estilo palladiano, como en las múltiples restauraciones de que fue objeto a lo largo de los siglos. Convertida en la auténtica protagonista de la historia, “Ashenden Park” será motivo de deseo y admiración de los diversos dueños, para los cuales supone una señal de éxito o la garantía contar con los medios necesarios para llevar una vida confortable y segura. La autora se recrea en la descripción de los pormenores arquitectónicos de la mansión y, a través de ellos, narrar la historia de los distintos propietarios, criados o empleados en su mantenimiento. El argumento acierta a plantear la trama de distinta forma según la época en que se sitúe, hasta al momento actual. La problemática humana y las costumbres y modos de pensar y actuar, cambian en cada episodio en función de quienes sean y en que época se sitúan los personajes. Sus historias, vistas desde una perspectiva realista, dramática o sentimental y siempre con algún matiz humorístico, evocan el tratamiento clásico que la literatura inglesa da a este tipo de novelas, ambientadas en el entorno cerrado de una residencia señorial. El hecho de contar con familias distintas en cada periodo cronológico, determina que la trama apenas profundice en las respectivas secuencias argumentales, más allá de un cierto grado de análisis socio histórico o económico. Tanto la falta de elaboración estética del estilo como la forma superficial de abordar cuestiones de fondo, aunque muestran la inexperiencia novelística de la autora no impiden que la obra permita una amena lectura que no exige especiales esfuerzos de comprensión.
La acción se centra no tanto en los sucesivos propietarios el edificio, un bello ejemplar de estilo palladiano, como en las múltiples restauraciones de que fue objeto a lo largo de los siglos. Convertida en la auténtica protagonista de la historia, “Ashenden Park” será motivo de deseo y admiración de los diversos dueños, para los cuales supone una señal de éxito o la garantía contar con los medios necesarios para llevar una vida confortable y segura. La autora se recrea en la descripción de los pormenores arquitectónicos de la mansión y, a través de ellos, narrar la historia de los distintos propietarios, criados o empleados en su mantenimiento. El argumento acierta a plantear la trama de distinta forma según la época en que se sitúe, hasta al momento actual. La problemática humana y las costumbres y modos de pensar y actuar, cambian en cada episodio en función de quienes sean y en que época se sitúan los personajes. Sus historias, vistas desde una perspectiva realista, dramática o sentimental y siempre con algún matiz humorístico, evocan el tratamiento clásico que la literatura inglesa da a este tipo de novelas, ambientadas en el entorno cerrado de una residencia señorial. El hecho de contar con familias distintas en cada periodo cronológico, determina que la trama apenas profundice en las respectivas secuencias argumentales, más allá de un cierto grado de análisis socio histórico o económico. Tanto la falta de elaboración estética del estilo como la forma superficial de abordar cuestiones de fondo, aunque muestran la inexperiencia novelística de la autora no impiden que la obra permita una amena lectura que no exige especiales esfuerzos de comprensión.
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